Abrigo para taza y metamorfosis

La Creación

En el principio de los tiempos, no existían ni el hombre ni las aves, ni el sol ni las estrellas, ni la rosa silvestre que embellece la soledad callada de los campos, ni el caballo que aturde la llanura con el redoble ansioso de su galope.Todas las cosas se hallaban entonces mezcladas en la maraña descomunal del Caos,en la que era imposible distinguir el día de la noche y el fuego del agua. Las dunas del desierto y las olas del mar eran una sola cosa, y el amor y el odio permanecían unidos, pues todo formaba un amasijo indescifrable que era a la vez húmedo y seco, pesado y leve, cálido como el beso y  frío como la escarcha, rígido como la piedra y blando como la espuma.

Así siguieron las cosas hasta que un dios cuyo nombre ignoramos decidió poner orden en el Caos.Iluminó el universo, separó la tierra del mar, puso el sol y la luna en las alturas, dio forma a los planetas que giran en la noche y creó las montañas coronadas de nieve y los juncos que orillan la laguna, y el trueno que retumba sobre el valle, y la rabiosa lengua de fuego que lame el árbol y calcina el bosque.Luego,  pensando que el mundo debía estar habitado, llenó las selvas de bestias y los mares de peces y el cielo de pájaros que desafían al viento.Y, al cabo, cuando ya la Creación parecía completa, se propuso poner sobre la Tierra a un ser consciente de sí mismo que gobernara a las otras criaturas, y por eso engendró al hombre, y le permitió caminar erguido para que pudiese alzar la cabeza en mitad de la noche y ver el cielo infinito cuajado de estrellas.

del libro de las Metamorfosis de Ovidio