Un día de este verano abrí la puerta del gallinero para recoger los huevos, junto a ellos, medio camuflado entre la paja y dormido estaba esta bola de pinchos. Fue como encontrar un tesoro, así que lo quisimos adoptar por unas horas y para nuestro asombro se mostró como si ya nos conociera, se dejó tocar la trufa y las patas, nada tímido!
intrépido y descarado,en el momento de su suelta
esa noche ( y las siguientes) después de cenar bajo los árboles, escuchamos ruidos que venían de un matorral muy cercano,esperamos y de allí le vimos salir dirección al huerto, pasando por delante nuestro, como si tal cosa, pues claro que nos conocía, vivía al lado!
esperamos verte el próximo verano
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Son muy bonitos, si, pero cuidado con las pulgas, suelen ir llenos. Un abrazo.
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